Este estudio arroja datos preocupantes. Por un lado, hasta un 83% de los inmuebles dedicados al arrendamiento y examinados suspende en eficiencia energética. Y por otro, mientras que los pisos destinados a la venta representan el 75% de los certificados, sólo un 25% corresponde a viviendas en alquiler.
Pese a este demoledor porcentaje, la calificación energética de los pisos alquilados no es mejor que el de las viviendas en venta. Según la universidad que realiza el estudio, un 83% de las viviendas en alquiler suspende en eficiencia energética obteniendo las tres notas más bajas: E (52%), F (12%) y G (19%). Sólo un 14% de los inmuebles ha sacado una D y apenas el 3% ha aprobado con las mejores calificaciones: A, B y C.
Madrid (con un 37%), Cataluña (14%), Andalucía (11%) y Valencia (10%) son las comunidades donde más inmuebles en arrendamiento ha certificado esta plataforma. Les sigue Aragón (7%), Castilla y León (5%), Galicia (5%), País Vasco (2%) y Castilla-La Mancha (2%). Por el contrario, Asturias, Baleares, Canarias, La Rioja sólo han certificado un 1% de pisos en alquiler.
Los datos oficiales no entienden de regímenes
Posiblemente, parte de culpa de esta cruda realidad provenga de que no existe una estadística oficial sobre el número de viviendas en alquiler que disponen de certificado energético. De hecho, los técnicos que redactan este documento no están obligados a aportar en la comunidad autónoma correspondiente el estado del régimen en que se encuentra el inmueble.
Aunque el Real Decreto 235/2013, de 5 abril, excluía de las obligaciones de certificación energética a los propietarios de viviendas en alquiler con un uso inferior a cuatro meses al año o con un consumo previsto de energía inferior al 25%.
Tampoco en un contrato de arrendamiento tiene por qué existir una tercera parte, además del arrendador y el arrendatario, en la celebración del mismo.
La situación, no obstante, dista mucho para las viviendas en venta. En este caso, los propietarios se ven más obligados a cumplir con la normativa porque su contrato pasa por la Notaría, donde sí que se les exige el certificado energético.
Llama la atención que las calificaciones obtenidas en el certificado energético en venta y en alquiler sean prácticamente las mismas. Se podría esperar que las viviendas donde el inquilino va a entrar a vivir de inmediato estuviesen en mejor estado que los pisos en venta, en las que suelen acometerse reformas tras la venta.
Partiendo de los datos que publicó el pasado mes de julio el Ministerio de Industria, este estudio estima que de los 645.359 inmuebles certificados y registrados (pisos, locales, chalés, edificios completos y oficinas), 406.926 estarían destinados a la venta y 212.968 al alquiler.